Drazen Petrovic, los Inicios




Drazen Petrovic nació el 22 de octubre de 1964 en Šibenik, ciudad conocida por la gran cantidad de eventos culturales que acoge. Estaba situada en la República Federativa Socialista de Yugoslavia, donde Tito ya era el «Presidente de por vida». Actualmente la ciudad está en Croacia.


Tenía un hermano mayor, Aleksandar “Aza” Petrovic, también gran jugador de baloncesto, llegó a jugar en seis equipos diferentes, en el que estuvo más tiempo fue en la Cibona de Zagreb, y hasta la fecha ha entrenado a 15 equipos diferentes de baloncesto, entre selecciones y clubes. Y el gran Dejan Bodiroga es primo segundo de los hermanos Petrovic, pero él es serbio. La genética, el peso de la genética y después el esfuerzo, seguro que los Petrovic tenían muchos más parientes que no sabían ni botar la bola -este dato seguro que es falso, en la zona de los Balcanes todo el mundo sabe jugar a baloncesto-.


Con 13 años llegó a las categorías inferiores del Košarkaški klub Šibenka, el equipo de su ciudad, aterrizó allí cuando estaba en la categoría Infantil. Probablemente ya era un niño bastante alto, en su edad adulta llegó a 1,96 metros, y lo curioso es que no empezó en el equipo importante de la ciudad hasta los 13, cuando ahora ya tenemos niños mucho más pequeños que a lo mejor se están tomando el baloncesto demasiado en serio, con el riesgo de que terminen cansados del deporte, cuando uno es más niño debe jugar a juegos de niños. Esos eran otros tiempos, 1977, cuando ya tenías que tener más de 18 ó 19 años para jugar a nivel profesional, por eso tiene más valor ver que Drazen entró a formar parte del primer equipo de Sibenka con 15 años.


En esos tiempos, en Yugoslavia, como en España, a los 18 años se tenía que ir a cumplir con la Patria, y los hombres debían pasar unos meses o años, dependiendo del país, en el Ejercito, para prepararse por si volvía otra guerra en Europa, que parecía una utopía en el 77, pero años después se volvió realidad, y en Yugoslavia. Así que Drazen tuvo que pasarse un par de temporadas en el ejercito y jugando con su equipo, algo habitual en esos tiempos, que se veía como un privilegio antes que como un castigo. ¿Estar de guardia en una garita de los Balcanes o estar entrenando? No hay color. Si, la mili te robaba el tiempo, pero mejor que el tiempo robado fuera agradable.



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